La clase dirigente colombiana tiene la costumbre ante el fallecimiento de un hombre público darle a su vida un carácter superlativo, imponiendo sobre la vida u obra de los mismos su pensamiento originado en su cercanía afectiva o por identidad de intereses que tuvieron con los fallecidos, tocando sólo tangencialmente su aporte real a un sector de la sociedad a partir del hecho sobreviniente.
Como ocurrió en otro momento con Gabriel García
Márquez a cuyos entrevistados en televisión
y prensa, una vez muerto, sólo se dedicaron a destacar donde y cuando bebieron
con el premio nobel, sus aventuras de machistas. A lo máximo resaltaron lo
notorio, ser el premio nobel de literatura. No examinaron las influencias de su
abuela en las lecturas nocturnas de pasajes de la Biblia, tal como el mismo lo relató
en su autobiografía. Que su estilo literario mítico, con la Cándida Eréndida se
montó al carruaje del profeta cuando
ascendió al reino de los cielos, que lo premió con el nobel de literatura,
guardándole un puesto, sin haberle solucionado con su fama e influencias
políticas el problema de acueducto a su
población Aracata.
Su apología a la faceta conservadora del
libertador en su obra EL GENERAL EN SU LABERINTO, no le permitió donarle al
Colegio de Morales sus obras literarias, solicitadas por sus estudiantes por intermedio de su entonces Rector el
Licenciado JAIRO GALLEGO ORREGO, quienes bautizaron la biblioteca con el nombre
de Gabriel García Máquez.
Desde su
Revista ALTERNATIVA y el periódico EL
TIEMPO contradictores de la unidad sindical, fustigó con el
remoquete de ALIANZA DERECHA-MOIR, a la
fuerza de ADIDA, liderada por William Estrada que impulsó la desafiliación de
los sindicatos que había aportado a la C.S.T.C, por desconocer los acuerdos, que exigió el cumplimiento de los principios,
de la democracia sindical vulnerados por los seguidores y fuerza de Fortunato
Gómez con el levantamiento del paro bancario.
Principios
de unidad sindical que defendieron y ganaron las delegaciones de Antioquia posteriormente
en el en el CONGRESO DE LA FEDERACIÓN COLOMBIANA DE EDUCADORES FECODE DE CÚCTUTA, contraria a la del MOVIMIENTO
FIRMES, que era defendida por ALTERNATIVA de García Márquez y con la cual se
identificaron los profesores ALFREDO
TURIZO, Héctor de los ríos, CARLOS GAVIRIA DÍAZ, HÉRCTOR ABAD GÓMEZ, PEDRO
VALENCIA, muchos de ellos con carnet liberal Guerrista, pero con los principios
ideológicos procubanos dominantes en
gran parte de la intelectualidad colombiana y latinoamericana. Mismo sector que se opuso a la creación de la
subdirectiva de la ASOCIACIÓN DE
PROFESORES UNIVERSITARIOS ASPU en la
Universidad de Antioquia. Y a la presentación de su pliego de peticiones con constancia del 25 de mayo de 1977: “…Reclamamos para el profesorado así sea
desde un aposición minoritaria en esta Junta Directiva, un mínimo de respeto
por la capacidad de pensar, discutir y decidir sobre sus intereses”. Para ellos el sindicato era propio para
obreros y maestros. Se sentían más académicos en la Asociación
Civil de Profesores.
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